Un grupo diverso de investigadoras e investigadores desarrolla líneas científicas, educativas y culturales con arraigo en el Valle.
Educación03 de diciembre de 2025 Área Educación
La Comunidad Científica Paravachasca (CCP) reúne a investigadoras e investigadores que residen en distintas localidades del Valle y que, en su mayoría, viajan a Córdoba Capital para trabajar en institutos y universidades. Esa dinámica cotidiana fue uno de los ejes de la conversación con Bárbara Arias Toledo, especialista en Etnobiología, quien compartió la experiencia del grupo, sus desafíos y la búsqueda de construir una ciencia cercana al territorio.
Bárbara explicó que la CCP surgió de encuentros espontáneos entre personas formadas en ciencia que ya estaban vinculadas con CONICET o instituciones provinciales. Al principio coordinaban traslados y participaciones en actividades como las Marchas Federales Universitarias. Con el tiempo apareció una necesidad más profunda: mostrar en espacios locales cómo se hace ciencia en el Valle. Ese impulso marcó un camino claro: abrir el oficio, hacerlo visible y vincularlo con la vida comunitaria.
El colectivo integra profesionales de Alta Gracia, La Bolsa, Los Aromos, Anisacate, Valle de Anisacate, La Paisanita, La Serranita y La Rancherita. La organización es flexible. No hay cargos ni jerarquías fijas: la participación se adapta a los tiempos y posibilidades de quienes integran el grupo. Algunas personas preparan jornadas, otras sostienen la columna radial, otras acompañan actividades educativas. Como sintetiza Bárbara:
Vamos ocupando los espacios y afrontando las tareas en la medida en que surgen y podemos.
Dentro de la CCP conviven trayectorias y disciplinas muy diversas. Son trabajadoras y trabajadores de la ciencia, emprendedores en el sentido más amplio: sostienen proyectos, gestionan recursos, desarrollan ideas y llevan adelante iniciativas que requieren dedicación, oficio y constancia. El colectivo recupera esa dimensión productiva de la labor científica y la incorpora a su identidad.
La diversidad temática del colectivo es amplia. Se desarrollan investigaciones sobre feminismos, género, cuidados, pedagogías maternas, juventudes, proyectos de vida, violencias, muerte, educación y religión. También turismo, migración, ciudadanía, hábitat, arquitectura y bioconstrucción. En el área artística aparecen líneas asociadas a literatura, lenguaje, dramaturgia y gestión cultural.
En las ciencias naturales y exactas se suman ecología, geología, geomicrobiología, geomorfología, etnobiología, cronobiología, entomología, control de plagas y química. Estas temáticas se entrelazan con campos amplios como antropología, sociología, geografía, historia, biología, física, comunicación y arte. Las incorporaciones de colegas suceden de manera orgánica: quienes viven en el Valle y trabajan en investigación se acercan, participan y se integran según sus tiempos.
La CCP sostiene una línea de trabajo constante en comunicación pública de la ciencia. Hace más de un año mantienen una columna semanal en Radio Tortuga, los lunes a las 11, donde comparten procesos y preguntas que atraviesan sus investigaciones.
También impulsan experiencias educativas como proyectos Wikimedia con la escuela secundaria de Los Aromos y charlas sobre la práctica científica en la Escuela Normal Superior “República de Italia” de Alta Gracia.
Otra iniciativa en marcha es un ciclo de cine-debate para el verano, pensado como un espacio cultural donde la comunidad pueda acercarse a temas científicos, ambientales y sociales a través de narrativas accesibles.
Una parte importante de la mirada del colectivo se basa en el concepto de conocimiento situado. Según Bárbara, las preguntas científicas no nacen en abstracto:
Las particularidades siempre se traslucen, porque las preguntas que nos hacemos y los recursos que tenemos no son idénticos a los de otra persona, en otro lugar.
Esta perspectiva no anula la búsqueda de objetividad. La amplía al visibilizar los contextos desde donde se produce el conocimiento. Para la CCP, el vínculo entre lo local y lo universal es parte del oficio: la investigación básica convive con la lectura concreta de los temas que atraviesan la vida cotidiana en Paravachasca.
El diálogo con el emprendedurismo local aparece como una posibilidad futura. Bárbara considera que la ciencia puede aportar miradas críticas, mejorar la eficiencia en procesos y acompañar iniciativas vinculadas al desarrollo local. Si bien el colectivo todavía no impulsó proyectos específicos en este campo, reconocen que el asesoramiento técnico es un terreno relevante para explorar.
La sobreexigencia laboral y el pluriempleo marcan un límite para sostener actividades comunitarias. A esto se suma la ausencia de un espacio físico propio en el Valle, lo que prolonga la necesidad de viajar a Córdoba. Imaginar un lugar de trabajo compartido —algo cercano a un co-working científico— aparece como un horizonte transformador.
A pesar de estas dificultades, hay un motor que sostiene el entusiasmo:
Hay una parte de la sociedad muy ávida de conocimiento académico, con sustento y compromiso, y que valora la actividad.
La Comunidad Científica Paravachasca proyecta nuevas actividades, más espacios de intercambio y un vínculo creciente con la comunidad del Valle.
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